ENTRENANDO PARA MI PRIMER SELECTIVO


El año pasado trabajé muy duro para lograr meterme en alta competición femenina de pesca nacional, y lo conseguí. Me metí en el grupo compuesto por 24 mujeres de las que salen el equipo nacional que compiten en los mundiales.  El equipo que va al Mundial sale de una prueba clasificatoria, el Selectivo, en la que compiten esas 24 mujeres entre las que me incluyo.  Este año el selectivo es en Mayo en el embalse de Vallehermoso de la Solana, Ciudad Real.
Este invierno la verdad es que he estado muy perezosa para ir a pescar. El tiempo, tan frío y tan lluvioso, no ha ayudado mucho para que el gusanillo de la pesca me picara para salir como suelo hacer siempre que puedo. Desde Diciembre sólo había cogido las cañas un par de veces. Incluso, cuando me enteré de cuándo y dónde era el selectivo, no tenía ni pizca de ganas de ir a prepararlo. Sin embargo, y pese a saber que tendría que ir a entrenar al embalse sola, hice la reserva aprovechando mis días libres de la semana de la Feria de Abril. Según se acercaba la fecha me daba más y más pereza ir, pero debía hacerlo. Unos días antes llamé a mi cuñada y le propuse que me acompañara. A nivel de pesca ella no podría ayudarme a probar nada, pero al menos estaría acompañada y ella podría tomarse un par de días de descanso y relax.


Y llegó el día. Recogí a mi cuñada tempranito y nos fuimos para la Solana. Tardamos unas tres horas y media en llegar, con la paradita para la “tostá y el cafelito” de rigor en Guarromán.  Un viaje tranquilito charlando y acompañadas de vez en cuando por la voz extrañamente temblorosa de mi Gps.

Cuando llegamos, el albergue nos dio muy buenas sensaciones. Instalaciones muy nuevas, todo muy limpito y arregladito y la recepcionista, Goyi, muy agradable.
Soltamos las cosas, fuimos a hablar con el encargado del bar que nos dijo que si nos quedábamos ese día en la orilla del embalse cercana al albergue, él mismo nos bajaba el picnic a las 3. Y así lo hizo. Entre que llegamos, saludamos a unos conocidos, monté etc, se hizo la hora de comer.

Ya bien comida y muy tranquilita, me puse con la inglesa a ver qué tal se daba. Y qué bien. Unas carpas muy hermosas del kilo para arriba. Algún barbito, un pez gato y un pescado desconocido para mi. En total, en las tres horillas que eché, saqué unos 8 kilos.  Mientras yo pescaba mi cuñada me sacaba fotos, se peleaba con las sombrillas y el aire, me acercaba bebida fresquita y charlábamos y reíamos. Se la veía bien relajada y tranquilita con su libro, viéndome pescar por primera vez y todo sin estrés ninguno.


Por la noche cenamos muy tranquilas porque éramos las únicas personas hospedadas en el albergue. Nos pedimos un cubatita en una buena copa de balón y acabamos el día.

Al día siguiente cambiamos de zona de pesca. Un sitio con pequeños robles que evitaron que tuviéramos que poner las sombrillas.  Ese día eché mañana y tarde con la enchufable. La verdad es que el embalse es una maravilla porque hay pesca y de buen tamaño. Lo cierto es que con lo mucho que me había costado arrancar y empezar la temporada este año, estos días que he pasado en la Solana, me han servido para que me vuelva a entrar el gusanillo de la pesca. Y eso es importante, porque si hubiera llegado a un sitio feo, con poca pesca…vamos, que si me hubiera aburrido, no se yo cómo estaría ahora de animada para afrontar el Selectivo y el próximo campeonato de España que se celebrará en Junio en Aragón. Además, la compañía de Eva ha sido fundamental para no sentirme sola y echarnos unas buenas risa, con momentos que se pueden contar y con otros que son “secreto de sumario” y que se quedan para ella y para mi.







Al día siguiente volvimos a ponernos en la orilla cerca del albergue.  Hacía bastante aire y la temperatura era algo más fría que los días anteriores. Sin embargo se estaba bien hasta para echarse una siesta en la tumbona ¿verdad Eva? 






Llegaron  otras compañeras para pasar el fin de semana  a mediodía cuando yo ya estaba a punto de terminar para volver a casa.  La idea era comer, pescar un ratillo más y volvernos a casa. Sin embargo  ya estaba algo cansada, así que decidimos comer, recoger y acercarnos al embalse del Vicario, donde se estaba celebrando el Campeonato de España masculino.  



Así que nos fuimos, no sin antes pasar por el alberque a recoger unas botellitas de vino de la tierra que le encargamos al encargado del restaurante y despedirnos de todos agradeciendo el trato tan amable que nos dieron durante los 3 días que pasamos allí.

Ya desde el Vicario, el paisaje del Valle de los Pedroches hizo muy  agradable el viaje de regreso. Volví a pasar por lugares conocidos de mi infancia, como Puertollano, Fuencaliente, el pueblo natal de mi padre, y Montoro. Rememoré aquellos divertidos veranos que pasé allí con cierta nostalgia y echando mucho de menos a mi padre, que hace tiempo que me falta y con el que desearía poder compartir mi afición por la pesca. Cómo disfrutaría viéndome pescar y qué orgulloso se sentiría de mi.

La pesca no es sólo sacar peces, o no sacarlos, según el día. Es mucho más. Es la gente que conoces y los lugares que visitas. Os recomiendo ir al embalse de Vallehermoso, en la Solana. Un lugar muy bonito, tremendamente tranquilo, con buena pesca, rutas de senderismo para los que no les guste echar la caña, zonas turísticas muy cercanas como las Tablas de Daimiel y lugareños encantadores.

Eva y yo volvimos con una gran sonrisa, habiéndolo pasado estupendamente, ella descansando y desconectando y yo habiendo sacado algunas cosas en claro sobre el escenario que espero que me hagan tener mejores resultados en el selectivo y, lo que es más importante, con renovadas ganas de volver a echarme a los pantanos a pasar buenas jornadas de pesca con mis compañeros, a los que eché mucho de menos porque se que hubieran disfrutado de lo lindo en un escenario como éste.

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