viernes, 17 de octubre de 2014

HOY ES EL DÍA

Sí, hoy es el día.

Sabía que llegaría, pero una vez que está aquí, me siento más desilusionada y triste de lo que pensaba que la rabia y el cabreo me iban a permitir.

Pero es que no podía dar mi brazo a torcer, no podía dejar que, al menos conmigo, se salieran con la suya, y he perdido mucho, más de lo que mucha gente se piensa.

Mi trabajo, mi esfuerzo, dinero, pero sobre todo mis ilusiones....se han reído de todo ello. ¿Cómo entonces rebajarme a aceptar sus condiciones cuando no me han respetado, cuando me parece tan injusto lo que han hecho?

Para poder entrar en alta competición muchísima gente se involucró para ayudarme. Había que preparar un campeonato de España a conciencia y había que entrenarlo bien, y para eso se necesitaba de mi esfuerzo, de mis ganas y de mucho dinero. Toda la gente de mi club, mi familia, amigos, me apoyaron en una rifa que hice para poder costearme fines de semana de entrenamiento. La gente vendía papeletas o decía que las vendía pero  se positivamente que se las quedaban, todo por ayudarme a conseguir mi tan ansiada alta competición. Yo sólo deseaba pescar entre las mejores, llegar a un mundial, y la gente me apoyó. Hubo tantas personas que se volcaron en ayudarme a conseguirlo que cuando lo  logré era un triunfo de todos, no sólo mío. Era una ilusión compartida por muchos, pescadores o gente ajena a la pesca, pero con un denominador común, yo. Cuando después conseguí en mi primer selectivo no sólo no perder la categoría sino clasificarme para ser miembro de la selección nacional para ir al Mundial, volvió a ser un triunfo de todos, porque todos luchamos para ello.

Y ahora que mi clasificación en alta competición no me da derecho a poder defender mi categoría en mi selectivo si no pago lo que la Federación Española de Pesca ha impuesto que hay que pagar, se está haciendo una injusticia no sólo conmigo sino con toda la gente que trabajó para que yo lograra estar ahí.

En cierta parte me siento responsable por todas esas personas. La forma de poder seguir sería pagando pero si lo hago ¿qué hay de mi dignidad ya no sólo como pescadora sino como persona? ¿A donde mandaría los valores por los que intento regir mi vida si dejo que me pisoteen? Y si pagara ¿qué pensarían de mi todas esas personas que me ayudaron a conseguir la alta competición? Si pago, no seré yo, y si no soy yo, creo que el respeto y cariño que  han demostrado que me tienen se perdería. Creo que les decepcionaría como me decepcionaría a mi misma. Creo que si mi padre estuviera vivo me diría que he tomado la decisión adecuada aunque esa misma decisión suponga perder algo por lo que tanto luché y tanta ilusión me hacía.

Conseguir ser parte de la alta competición española supuso una gran satisfacción personal, pero no puedo seguir formando parte de ella  si eso supone no ser consecuente con lo que creo, y lo que creo es que pagar por poder ejercer un derecho que me gané pescando, es ponerle precio no sólo al acto mismo de pescar sino a mi dignidad, y eso amigos míos, no puedo consentirlo.

La Federación Andaluza de Pesca, sin ser perfecta, vuelca sus esfuerzos en ayudar a los pescadores. Yo hay cosas con las que puedo no estar de acuerdo con ellos, pero se que en este caso entienden y respetan mi posición. Tengo que decir que pese a sus imperfecciones, me siento muy bien tratada por mi federación autonómica, cosa que no puedo decir de la federación nacional, y quería aprovechar estas líneas para darles las gracias por su apoyo.

Hoy es el día en que dejo de ser deportista de alto nivel, y no porque pierda mi categoría, para poder perderla tendría que haber tenido opción de defenderla de forma justa pescando en mi selectivo como derecho que adquirí en 2012 y mantuve en 2013. Hoy dejo de ser deportista de alto nivel porque la Federación Española de Pesca me quita esa condición. Ellos me quitan mi categoría, no la pierdo yo.
Pues señores, que les aproveche, yo no bailaré al son que ustedes me impongan  y puede que sea la única deportista española de alto nivel en España que se plante y diga ¡BASTA! pero me da igual. Si trago con tamaña injusticia ¿qué será lo siguiente? ¿Hasta donde les vamos a permitir llegar? ¿Hasta cuando les vamos dejar seguir jugando con nuestras ilusiones?

Hoy ya no soy deportista de alto nivel pero si me miro al espejo sigo teniendo los mismos ojos, la misma cara. Sigo siendo la misma persona de ayer con mis defectos y mis virtudes, pero hoy, aunque triste por ser objeto de una injusticia, me siento muy orgullosa de mi misma porque sigo siendo dueña de mis ilusiones.

Además, como bien me dijo mi buen amigo José Sánchez: Yo estuve donde siempre soñé y cuando vi lo que había dije: "Tampoco es para tanto".